Im-perdibles: Tenerife

En tu paseo por Tenerife, no te puedes perder…

  • Mucho más que sol y playa. La figura de un volcán, un paisaje lunático o un escenario de titanes. Despídete de la realidad en Las Cañadas, en su entorno de ensueño, limpio el aire de ciudades. Camina este Parque Nacional, el más antiguo de los parques de Canarias; postal irremediable de la isla, con el Teide al fondo, imponente en su altura. Morada antigua de Guayota, Echeyde mítico, te llevarás sus 3718 metros en la foto de tu viaje.

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  • Los Acantilados desde el mar en Los Gigantes, ingentes avenidas de piedras que caminan hacia el cielo. Arrullada por la ola, en piragua o desde un barco, la grandeza del paisaje te ensombrece. No te pierdas el paseo, quizás te regalen estos mares una fiesta de delfines o la compañía serena de una familia de ballenas.
  • La Isla Baja: Garachico. No sepultó el volcán tu pasado glorioso. Como puerto principal de Tenerife se llenaron de azúcar y de vinos tus navíos. La lava alcanzó el mar hace ya tiempo y en su paseo construyó formas de piscinas caprichosas. Un baño es un masaje en la excursión. Si el mar te lo permite, disfruta de sus aguas y, después, un vino de la zona y un pescadito en alguno de los bares de la villa.
  • Una mochila por Anaga, el espacio más virgen de la isla. Soplan los vientos alisios tus montañas, humedeciendo el espacio y ayudando a madurar la laurisilva. Escondes la playa de Benijo, hermosa en su desnudez, salvaje y negra; Almáciga, Roque Bermejo y numerosos caseríos que huelen a leña y a plato de cuchara calentito.

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  • Surfea los vientos en El Médano. Es allí donde el mar te ofrece todos sus deportes: juegan las cometas en el cielo de colores, navegan las olas windsurfistas y surferos. Ajenos al otoño o al invierno, si hay olas y murmura el viento, la playa se transforma en arcoíris. Por la tarde, camina hasta Pelada o descubre la montaña más roja de la isla y su playa, La Tejita, sendero que termina en El Pirata, o ahí empieza, recordarás encandilada el atardecer de la montaña.

Este post esboza sólo unas cuantas pinceladas, imposible pintar el cuadro entero, a pesar de vivir aquí, de compartir la isla en excursiones, en paseos nuevos, en vacaciones de fin de semana o de verano. Tenerife está llena de lugares, de esquinas, de recodos, de senderos viajables… ¿cuál es el tuyo?

Im-perdibles: Oporto

panorámica

En tu paseo por Oporto, no te puedes perder…

  • Mucho más allá de «donde traza el Duero su curva de ballesta», el río ofrece un PASEO en BARCO muy barato, muy sencillo, pero muy hermoso, si quieres sentir la historia del río y de sus riberas.

Rabelo en el río

  • Un puente sobre el río. Una panorámica especial desde el puente de hierro de Luis I. Paséalo también por la noche y disfruta de la ciudad encendida.
  • Unos versos de Sofía de Mello en la Librería Lello. Acude pronto y, si es posible, en un día normal, de esos en los que no asedian el lugar hordas de turistas. Sube a la planta superior y recrea tu lectura con un Oporto.
  • No olvides que… si el río es paseable, también lo es la Ribeira. Desde Gaia o desde Oporto, la ciudad merece una foto.

  • A veces, por ejemplo, en Navidad, la música puede sorprenderte en la calle, pero si no es así… ve a la Casa de la Música. Busca algún concierto que te guste (puede ser jazz, blues u otras melodías) y escucha.
  • Leitaria Quinta do Paço. Como los pastelitos de Belem en Lisboa, de cualquier sabor, grande o miniatura, en este lugar turistas y portuenses comparten el gusto por lo dulce. Un relámpago exquisito de nombre francés ÉCLAIR, también es parte de Oporto.
  • Ve a la Estaçao de Sao Bento y coge el próximo tren hacia Guimaraes. En algo menos de una hora y media estarás en esa ciudad coqueta de castillo y calles antiguas. O si prefieres regala sabores a tu paladar en las bodegas de Pinhao. Disfruta de las vistas de este paseo en tren de dos horas y media.
  • Y, por supuesto, siempre dulces, como la misma ciudad, sus VINOS: tintos, rosados o blancos. Ya sea un tawny o un ruby, en una bodega exquisita o en un bar escondido de algún rincón de la ciudad, siempre hay una esquina y una copa en Oporto.

por mari n pérez